jueves, 12 de febrero de 2015

ESTILOS PERSONALES EN EL TRABAJO EN EQUIPO

Trabajar en equipo tiene grandes beneficios y ventajas, todos conocemos historias y hemos sido testigos o parte de los logros y los avances de los equipos excelentes. Los equipos eficientes son unidos. Muchas veces hemos realizado una exhaustiva e inmejorable selección, las personas que hemos elegido y componen el grupo de trabajo poseen impecables antecedentes y son las mejores en su puesto. De hecho analizando individualmente sus conocimientos, habilidades y actitudes deberíamos sentirnos más que conformes. Sin embargo, al tiempo se comienzan a advertir enfrentamientos, aburrimiento cuando realizan las tareas, frustraciones, señalamientos, quejas internas, tentativas de renuncias, todos síntomas y claros indicativos de que la dinámica de equipo no funciona como tal. Una de las características de un equipo ineficiente es la falta de unidad y cohesión. Muchas, diría la mayoría, de las veces en que un integrante de una organización que es la persona adecuada para llevar adelante una tarea deja la organización o se encuentra por debajo de sus posibilidades, se debe a diferencias de estilos de comportamiento con sus compañeros o con su líder, que al no ser entendida y comprendida de esta manera se lee como si fuera un “problema personal” entre las partes, cuando sólo es una forma diferente de estilo de comportamiento. Al comprenderse las diferencias de estilos es mucho más fácil lograr asignar tareas específicas y lograr entendimientos desde las bases de esas diferencias y hasta potenciar esa diversidad positivamente en beneficio del equipo. Un equipo o un líder que no puede comprender y asimilar para su provecho distintos estilos de comportamiento pierde grandes herramientas para responder adecuadamente a las múltiples situaciones que se plantean para los cuales algunos de esos estilos se vuelve indispensable. Este riesgo está siempre latente ya que a todos nos gusta vincularnos con personas que tienen nuestro mismo modo de actuar y sus formas son similares a las nuestras. Imaginemos ahora un equipo en que se necesita una respuesta urgente en el cual todos los integrantes sean tan analíticos que necesiten tiempo para pensar para tomar una decisión. U otro en el que todos son tan expeditivos e intuitivos que no posean ningún integrante que pueda pensar profundamente los pro y los contra de tomar una decisión basada en datos concretos. Todos los equipos tienden a integrarse con personas que se les parecen y de estilos similares, convirtiéndose en expulsores de estilos que no se le asemejan, perdiendo herramientas fundamentales para actuar adecuadamente en situaciones en que ese estilo eliminado es absolutamente necesario. Uno podría pensar que en el equipo propio no sucede, cuando esta situación se verifica en la mayoría de los equipos analizados. Identificar las características de los distintos estilos de comportamiento de las personas que componen el equipo, cuales son los motivadores que hacen que éstos se muevan en la dirección correcta, cuál es su modo de comunicarse, qué esperan de su líder y sus compañeros de trabajo y por sobre todo cómo lo esperan, que aspectos son esperables de su accionar y cuáles no, qué tareas son más favorables a su estilo y cuáles no, si son más proactivos o reactivos, cómo manejan sus tiempos, cómo actúan cuando todo alrededor es favorable y cómo lo hacen cuando se encuentran bajo mínima presión o un conflicto grave, son aspectos fundamentales para la buena comunicación y entendimiento que lleven a un menor estrés en sus tareas, generen un clima propicio y motivador para el trabajo y eleven los resultados esperados en la consecución de los objetivos del equipo y organizacionales. Que un líder conozca los estilos de los liderados, que los liderados conozcan el estilo de cada uno de sus compañeros, y que también conozcan el de su líder es esencial para un correcto funcionamiento de un equipo con el fin de alcanzar el máximo potencial. Les ayuda a entender a las personas, a trabajar gestionando de una manera más efectiva la motivación, orientado a mejorar y obtener de ellos su potencial, acrecentando asociaciones que hacen posible la alineación de objetivos, ofreciendo un camino rápido, efectivo hacia el alto rendimiento de las personas y de los equipos. Si esto se lleva a cabo nos ayudará a: • Conseguir superar obstáculos personales entre los integrantes del equipo que afectan el logro resultados óptimos. • Aclarar y comprender cuáles son las maneras de ser de la gente y así mejorar las relaciones y la motivación. • Aumentar las habilidades personales de comunicación con los distintos estilos. • Mejorar las estrategias de resolución de conflictos. • Actuar de manera más eficaz ante situaciones de cambio y/o de estrés. • Reducir los comportamientos no efectivos y enfocarse en las estrategias que funcionan. Y por supuesto trabajar con menores niveles de estrés y más eficientemente.

sábado, 7 de febrero de 2015

JEFES VS LIDERAZGO TRANSFORMADOR

En relación a la forma de conducir o liderar grupos o equipos, nuestra historia cultural y experiencias de vida, nos lleva a asemejar liderazgo con posición de mando, al poder de la jerarquía, a la autoridad formal. Tanto es así que revistas especializadas, programas de tv se nombran a personas que ocupan altas posiciones en el organigrama de empresas y organizaciones como líderes cuando habría que mirar de cerca su situación para ver si esa denominación se utiliza correctamente o solo son jefes, gerentes o dueños. Allá lejos y hace tiempo (y hoy sigue subsistiendo en la mayoría de las organizaciones) el paradigma aprendido de liderazgo provenía del modelo familiar: nuestro padre ordenaba y nosotros debíamos obedecer, nos miraba y quedábamos petrificados. Luego, al pasar por la escuela debíamos cumplir lo que nuestra maestra nos instruía o nos enviaba directo a la dirección, previa llamada a nuestros padres y posterior reprimenda. Cuando tuvimos nuestros primeros trabajos, debíamos obedecer a lo que decía nuestro jefe y actuar en línea a lo que nuestra autoridad decía sin chistar, sino quedábamos en la calle. Así que ahora cuando nos dan un puesto o un título de poder que hacemos? Lo mismo, repetimos el mismo esquema de comportamiento. Ocupar una posición y ser líder es muy diferente. Tan diferente como la distancia que separa la efectividad del puesto como único elemento para lograr resultados efectivos y la realidad actual, donde un líder debe estar a la altura de las expectativa de sus colaboradores, que hoy exigen otro trato y respeto, desean cumplir un propósito en la vida que excede a trabajar para pagar sus cuentas, participar en la construcción de algo más grande que su propia vida, con más autoadministración y la posibilidad de ejercitar sus talentos, con mayor participación y flexibilidad, integración y diálogo, más autonomía y mayor reconocimiento a sus esfuerzos, pudiendo controlar más su futuro, entre otras cosas. Ya mandar no basta, es necesario aprender a trabajar en base a la igualdad y mutuo respeto, y poder hacerlo efectivamente. Manejar un liderazgo situacional, con distinto estilo dependiendo de las circunstancias y el grado de autogestión que posea cada integrante del equipo depende del conductor. El bajo desarrollo que poseen actualmente los equipos de trabajo necesitan el rol de un líder transformador. Hoy un conductor necesita grandes capacidades de escucha y diálogo, con el fin de intervenir e intercambiar puntos de vista con sus colaboradores alrededor de las oportunidades y dificultades que presenta el trabajo diario y la consecución de los objetivos fijados, poder determinar causas subyacentes y comprender en profundidad el origen de los conflictos que se plantean en los equipos de trabajo y superarlos, a través de relaciones de colaboración de igual a igual, que fomenten el compromiso, el trabajo en equipo, que le den dinámica al funcionamiento del mismo y que desarrollen la máxima eficiencia y la autogestión, tomando cada uno de los integrantes un responsabilidad y un compromiso fuerte en el desarrollo de sus tareas y en los resultados de la misma. Por supuesto si el conductor logra que las personas consigan sentirse plenas en su tarea a través de su accionar, se reduce la rotación y baja de las mismas, lo que implica menores costos para las organizaciones en trabajos de búsqueda y ineficiente utilización de recursos, ya que se necesita mucho tiempo para que los colaboradores obtengan los conocimientos y habilidades para desempeñarse de manera óptima en sus puestos y se comience a recuperar la inversión que en ellos se realiza, como para formarlos y que en poco tiempo se vayan de la organización. Hoy son necesarios transformar jefes en líderes, con habilidades para una conducción transformadora, que fomente la autogestión de los colaboradores a partir del desarrollo personal y profesional, que desemboque en una mayor delegación de tareas permitiendo al conductor dedicarse a su función principal, conducir. La participación horizontal, la planificación conjunta de rumbos, alternativas y elección de estrategias de acción, acuerdos de objetivos son objetivos que debe lograr para que sirvan de palanca para la consecución de los mismos, abriendo oportunidades de generar un proceso mejora continua, brindando confianza, apoyo y motivación al equipo de trabajo, haciendo que puedan desplegar su máximo potencial son elementos esenciales en los que se centra la actividad.

jueves, 5 de febrero de 2015

DOS PARADIGMAS DE VENTAS, EL TRADICIONAL O EL TRANSFORMADOR

Hace tiempo ya lo que las expectativas de las personas, representados bajo el nombre de clientes, han cambiado sustancialmente a lo que esperaban en el pasado de las personas que los atienden, sean estos representantes comerciales, vendedores, personal de atención en general. A pesar de ello, el paradigma que estos últimos tienen y utilizan para atender a sus públicos sigue siendo el antiguo y obsoleto sistema tradicional, vetusto y vapuleado, que llevó y sigue llevando a estas profesiones al desprestigio que hoy detentan, y que producen resultados mediocres o apenas suficientes para sostener estructuras y puestos de trabajo, pero lejos de los logros potenciales que podrían desarrollar. El foco de las conducciones sigue puesto en la importancia de fijar metas más ambiciosas, centrando la importancia en el producto o servicio y sus características, así como también en fórmulas mágicas tipo “si usted dice esto, el cliente hará esto” o “si usted utiliza estos 5 cierres la venta está asegurada”. En otras palabras, las conducciones de venta y los comerciales siguen pensando más en el qué que en el como, cuando es el cómo lo que va a determinar que las metas se logren. Hoy ninguna técnica es efectiva si la persona comercial o de atención no pone su mirada específicamente en la persona del cliente y centra toda su atención en él, y fundamentalmente si no lo hace en los primeros momentos del encuentro. Todos los libros hablan de la importancia del concepto de “empatía” y de colocarse en los pies del otro para comprenderlo e introducirnos en la mente del consumidor. Eso es absolutamente correcto, pero nadie que lo expresa nos explica como tendríamos que hacerlo en la práctica, por lo cuál salimos entusiasmados con el dictado de cursos, pero nadie sabe que hacer con lo que escuchó. Hoy los clientes tienen muchas opciones entre las cuales elegir, con diferencias sutiles entre una y otra opción, con mucho menos tiempo disponible debido a agendas cargadas de actividades, y poco minutos para perder. Esto hace que necesite una persona idónea, con información precisa y útil, en la cuál pueda confiar, y si ésta sabe conectarse correctamente, le facilite las decisiones y le evite riesgos. Se trata entonces de conocer los nuevos principios, procesos y herramientas para conseguir influenciar en esta nueva época, donde ya la gente no decide por tener el producto o el servicio a mano, sino que decide más por el modo de vincularse que posee su interlocutor, que sepa que es lo que quiere, como lo quiere, que pueda mostrarle los beneficios según el interés de quien va a disfrutar de lo que compra y que sepa acompañarlo en las etapas finales. Mediante la conjunción de estos tres elementos, cualquier comercial consigue hoy una ventaja superlativa con respecto al resto de las personas que ejercen esta profesión y que mediante el enfoque tradicional solo consiguen vender si el cliente no se da cuenta lo que está comprando (y por supuesto que tenga la suerte de que vuelva a comprarle) o en el mejor de los casos, cuando el cliente ya lo tenía definido, por lo que no es una acción de venta, sino una decisión de compra y una atención de despache.

jueves, 3 de noviembre de 2011

LOS COLORES DE LA VIDA



No existe nada parecido a lo que llamamos “la verdad”.

Esta siempre dependerá de la historia, formación, experiencia personal, información que nos llegue y aceptemos y que forme nuestro sistema de creencias. Y cómo ninguno de estos elementos es igual de persona a persona, de los más de 7.000 millones que somos en el mundo, no hay dos visiones iguales de la verdad, si quizás 7.000 millones de partes de un rompecabezas que podría acercarse a la verdad, pero que tampoco estará nunca completo.

Todo depende de la propia mirada, que es tan válida para nuestra vida, como válida la mirada del otro para el otro.

Osho habla acerca de que los colores están en nuestros ojos. Si miras una fotografía plena de colores, no es que la fotografía los tenga, sino que están en tu mirar.
Si cierras los ojos los colores desaparecen. De hecho el perro ve menos colores que nosotros, y algunos animales ni siquiera ven alguno. Quizá otros animales puedan ver más de lo que nosotros vemos. Por lo tanto es interesante el concepto de que los colores están en nuestro mirar.

De hecho no sabemos si los colores que yo veo tengan la misma intensidad y brillo que los que ves tú, porque para eso tendría que tener tus ojos, y eso no es posible.
Por eso la vida podemos verla de manera diferente, si tenemos los ojos abiertos, entrecerrados o cerrados, si le ponemos luz a nuestra mente, sombras u oscuridad, si le damos perspectiva y vemos todos los planos, o queremos verla desde un solo ángulo. Si queremos abrir el cuadro completo, o si queremos enfocar en un solo objeto. Si queremos jugar con el brillo, el color, el contraste y la definición, o ponerlo en automático. Si queremos ponerle tonos cálidos, fríos, o el que otros incorporaron como estándar. Si estamos abiertos a escuchar otros puntos de vista que amplíen nuestra mirada desde el acompañamiento o sólo queremos verlo desde nuestro mundo.

La mirada de la vida la eliges tu, y depende de cómo elijas verla así será tu vida. La vida es como un espejo perfecto, refleja sólo cómo te arreglas para verte en ella.
Nadie es responsable de cómo quieres verla, nadie puede obligarte a verla de una manera determinada que tú no quieres sin tu permiso. Tú ajustas permanentemente la imagen, los colores y hasta puedes cambiar de canal para no ver determinados actores, o quedarte mirando un programa por un tiempo más aunque no te guste. Tú eres el que siempre decide, aunque a veces cedas el control remoto, pero también esto es decido por uno.

Elige por tu modo de ver los colores, elige por tener todas las opciones de ajuste, elige por tener todos los elementos para cambiar lo que no te gusta por lo que te gusta. La vida es bella. La vida es bella. La vida es bella. Depende de cómo decidas verla, de cómo valores tu modo de observarla y aprecies tu criterio.

El color lo pones tú, y esa es y será para ti “tu verdad”.

martes, 18 de enero de 2011

VOLVER A SER NIÑOS... EMPEZAR A SER SABIOS

Leyendo un párrafo del libro “Creer en lo imposible antes del desayuno”, el mismo me expresa: “Cuando una persona renace, comprende la belleza y la grandeza de la infancia… Cuando un niño es consciente de su propia inocencia no hay ninguna diferencia entre ese niño y un sabio. El sabio no es superior al niño. La única diferencia es que el niño no sabe quién es y el sabio sí lo sabe”.

Es interesante la constante referencia de los maestros trascendentes de la historia al concepto de volver a ser niños.
El libro antiguo de la Biblia, entre otros, Jesús habla de que debemos convertirnos y ser como un niños para entrar en el reino de los cielos.

Ahora, ¿qué características posee, entre otras, un niño?

• El mundo es una experiencia única de aprendizaje
• Posee un pensamiento flexible
• Permanente capacidad de asombro
• Reconoce el mundo a través de los cinco sentidos
• No posee vergüenza, culpa, ni duda
• Su desarrollo es continuo y acumulativo
• Crece de la dependencia a la autonomía
• Desarrolla conductas vinculares sociales sin distinción
• El pensamiento intuitivo es una parte importante de su aprendizaje
• Posee una enorme resistencia a la frustración: el fracaso no existe, se cae y se vuelve a levantar

En la medida en que vamos creciendo, nuestros padres, la educación, la cultura, es decir nuestro entorno comienza a sesgar estas características, modificándolas o anulándolas por otras “socialmente” correctas o “convenientes” para determinados grupos de influencia.

El mundo y su realidad se convierten un enemigo, nuestro pensamiento se esquematiza y se vuelve más rígido, perdemos capacidad de asombro aún hasta de las realidades más duras (muertes, situaciones de pobreza extrema, cartoneros, violencia extrema), nos limitamos a pensar el mundo con nuestro intelecto y sólo con pensamiento lógico matemático, la intuición se deja de lado por ser una parte “animal” de nuestra vida, se minimiza el conocimiento del mundo por varios de los cinco sentidos dando una gran importancia al pensamiento abstracto, de la autonomía que aspirábamos nos convertimos en personas más dependientes de las personas, de nuestros trabajos, del dinero, y el fracaso se convierte en una parte diaria e importante en nuestras vida, generándonos miedos e impidiéndonos avanzar, y nos socializamos sólo con aquellas personas “convenientes” y discriminamos a aquellos que no nos sirven a nuestros propósitos o no han tenido la suerte que nosotros tuvimos en la vida.

Es por ello que los hombres espirituales de la historia nos muestran que el camino es que siendo adultos nos convirtamos en sabios, que es ser conscientes de que no somos niños pero también de la importancia de recuperar características que nos han anulado o que hemos perdido.

Muchas personas que conozco sienten que perder estas destrezas es parte del crecimiento y de pasar a ser parte del “mundo adulto” y ser respetados por ello.

Yo digo desde aquí: nada más equivocado,"no entrarás al reino de los cielos": que es ser feliz contigo mismo, estar en paz con tu propia vida no siendo otra cosa que la que eres pero sobre todas la cosas, reencontrar el sentido de que la vida es bella e interesante, que todo es un desafío, sin vergüenzas y culpas que te hagan sentir mal y te limiten, con capacidad de vincularte sin “discriminaciones”, que con todos aquellos que te vincules puedes convertirte en maestro o aprendiz, sin exclusiones, que de todo en la vida puedes aprender y que cada experiencia buena o mala sirve para tu aprendizaje y que nada es trágico, es parte del crecer.

Reencontrarse con nuestro niño interior, el que le gusta jugar y divertirse, es parte del camino de la felicidad.

Te deseo que seas más niño…. Te deseo que seas más sabio.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

PAPÁ NOEL EXISTE.... FELICES FIESTAS

La navidad desde niños siempre fue sinónimo de ilusión, expectativa, deseo de ver nuestros pedidos cumplidos, el esperar que aquello que soñamos se haga realidad en nuestras vidas y tomara forma material.

En esos tiempos de niños generalmente lo que deseábamos eran determinados juguetes que ansiábamos para poder jugar con nuestros amigos al día siguiente.

El tiempo pasó y muchos nos desilusionamos a medias al decirnos algunas personas que ese Papá Noel tenía forma humana y que en realidad eran nuestros padres y familiares los que colocaban los regalos en los árboles decorados, y allí también muchos entendimos porque lo que pedíamos muchas veces no era cumplido, debido a que entre las posibilidades económicas de muchas familias con respecto a lo que pedíamos marcaba un brecha insalvable.

Hoy en nuestras vidas existe una nueva oportunidad de retomar nuestros sueños más profundos, la alegría, la ilusión, la expectativa y el deseo de materializar nuestros anhelos y ver reverdecer nuestra esperanza.

Llegó el tiempo de decorar nuestro árbol interno, llenarlo de colores y de luces, adornarlo con moños y cintas de colores, borlas y cartas de deseos.
De encender las luces que rodeen nuestra vida y que asombren a aquellos que puedan ver en nosotros esa estrella que corona nuestra vida, que ya no será fugaz sino permanente.

Hoy tenemos una nueva oportunidad, un renacimiento, la posibilidad de la fe en nosotros mismos renovada, y la emoción ante la vida que nos abre sus puertas.
Hoy entendemos que aquellos que nos dijeron que Papá Noel no existía, mentían, no sabían de lo que hablaban.

Aquellos que trataron de convencernos de que todo dependía de nuestros padres y de nuestro entorno, y que ese mundo fantástico nunca se convertiría en realidad, que se trataba de una mentira piadosa sólo para que pudiéramos disfrutar algunos contados años de una pequeña fantasía, hoy descubrimos que fallaron. Se equivocaron enormemente.

Papá Noel existe, el que puede hacer los sueños realidad, el que si le pedimos lo que deseamos puede materializarlo, el que disfruta de nuestra alegría, el que sigue amando a nuestro niño interior que quiere salir a la luz, el que quiere que mantengamos la emoción y nuestra capacidad de asombro, el que puede hacer de lo imposible que todo sea posible, el que nos devuelve la fe en que todo podemos lograrlo.

Papá Noel existe, y está dentro tuyo. Felicidades al fin lo hemos encontrado. Ojalá puedas verlo y disfrutarlo…

Te deseo las mejores Felices Fiestas de tu vida.

sábado, 2 de octubre de 2010

MARCANDO LA DIFERENCIA

Hoy nos estábamos escribiendo y compartiendo pensamientos con una amiga virtual, haciéndome reflexionar acerca del tema de las creencias (gracias Laly), de cómo se forman y se instalan en nuestra conciencia.

Dale Carnegie hablaba acerca de la formación de las mismas, diciendo lo siguiente:
“Somos increíblemente incautos en la formación de nuestras creencias, pero nos vemos de una ilícita pasión por ellas cuando alguien nos propone privarnos de su compañía.

Es evidente que lo que nos resulta preciado no son las ideas mismas, sino nuestra estima personal que se ve amenazada… Esa palabrita “mi” es la más importante en los asuntos humanos, y el comienzo de la sabiduría consiste en advertir todo su valor.
Tiene la misma fuerza siempre que se aplique a “mi” comida, “mi” perro y “mi” casa, o a “mi” padre, “mi” patria y “mi” Dios.

No solamente nos irrita la imputación de que nuestro reloj funciona mal o nuestro coche ya es viejo, sino también de que pueda someterse a revisión nuestro concepto de los canales de Marte, de la pronunciación de “epícteto”, del valor medicinal del salicilato o del la fecha en que vivió Sargón I….

Nos gusta seguir creyendo lo que hemos llegado a aceptar como exacto, y el resentimiento que despierta cuando alguien expresa duda acerca de cualquiera de nuestras presunciones nos lleva a buscar toda suerte de excusas para aferrarnos a ellas.

El resultado es que la mayor parte de lo que llamamos razonamiento consiste en encontrar argumentos para seguir creyendo lo que ya creemos.

Las creencias siempre son positivas cuando nos elevan, cuando son generan resultados positivos para nuestra vida, cuando extienden nuestro potencial y nos expanden.

Cuando las mismas son estancan, nos generan frustraciones y dolor, y se convierten en limitantes, debemos reflexionar acerca del porqué elegimos sostenerlas.

También por otra parte muchas veces son instaladas en nuestra mente por aquellos que desean controlarnos para mantenernos bajo su dominación.

Recordaba como en la película Matrix, sólo Neo y un par más de compañeros lograron escapar del sistema para ver la realidad con los propios ojos. Una realidad no tan cómoda, no tan ideal como el sistema quería que la vieran, para su conveniencia, a veces dolorosa, pero que generaba el luchar por algo que era cierto y no por algo artificial

Debemos aprender a pensar por nosotros mismos, con nuestra gran capacidad de reflexión que nos dio la naturaleza y la fuerza superior, cualquiera sea el nombre que querramos darle y retomar el control remoto de nuestras vidas.

Debemos aprender a salir “del montón” para ser nosotros mismos. “El montón” siempre nos iguala hacia abajo. El pensar como “el montón” nos achata.

Hace un tiempo atrás escuché que:

“siempre confiamos en que podemos lograr lo que todos pueden lograr. Por ejemplo si todos los bebés comienzan a caminar al año, ¿Porqué nuestro hijo no va a poder hacerlo? ¡Si todos los bebés lo hacen!.

Pero si ese niño crece y quiere ser un gran científico que llegue a trabajar en la Nasa le decimos: “¿vos? No, vos no. Naciste en un país subdesarrollado, eso es para los que nacen en el primer mundo, para los que tienen plata, vos no tenés la capacidad, naciste en una familia pobre, no tenés educación, no lo vas a poder conseguir, no sos tan inteligente…. Entre otras cosas. ¿Por qué? PORQUE NO TODOS LO HACEN.”

Aprendamos a vivir y a pensar distinto al montón, a pensar por nosotros mismos, a tener nuestras creencias propias nacidas de nuestra propia reflexión, a pesar de que esto nos separe de la masa.

Somos individuos con derecho a tener nuestra creencia individual, que nos expanda, que nos haga crecer, que nos diferencia y nos haga marcar la diferencia, que haga nuestro paso por la vida no como uno más sino como alguien distinto, que marque un nuevo camino que otros puedan seguir, basado en nuestros valores y nuestras convicciones.

“Cuando se tienen claros los principios, el tomar la decisión correcta siempre es mucho más simple”. Y por supuesto más gratificante en nuestro interior.

Animémonos a marcar la diferencia.

domingo, 26 de septiembre de 2010

LA RAZÓN, EL INSTINTO Y LA INTUICIÓN

Muchos de nosotros en algunos momentos de nuestra vida hemos tenido todo aquello que hoy desearíamos tener:

• Un sueño personal sin límites.
• La sensación de que las puertas del mundo se abrían a nuestro paso.
• Un muy buen sueldo o ingreso que crecía.
• Una potencia inmensa para alcanzar metas
• Una situación social, de amigos y familiar que añoramos.
• Una sensación de paz y bienestar que hoy no sentimos.

Muchas veces aparece grabada la imagen de esos momentos, con la impresión de que es imposible volver a vivirlos.

Sentimos que la magia y el carisma que teníamos se han perdido, que nos ha abandonado.

Sentimos que hemos tomado las decisiones, sin embargo, el resultado en el que estamos no era el que esperábamos.

Una sensación de vacío y del deber no cumplido nos embarga.

Los grandes sueños que teníamos fueron tomando una forma mucho más modesta y nos hemos ido conformando.

Vamos perdiendo velocidad y paulatinamente nos vamos deteniendo poco a poco, y esto parece inexorable, fuera de nuestro control o por lo menos así lo dicta la razón, nuestro intelecto.

Pero hoy quiero expresar que hay algo más profundo.

Esta semana he leído un libro en el que Osho hacía una diferencia fundamental entre el instinto, el intelecto y la intuición.

No es textual pero resumiendo y rearmando Osho expresa:

“El instinto es la inteligencia del pasado. Es casi infalible porque es algo muy antiguo, muy maduro, muy desarrollado. El instinto nunca crea ningún problema ni necesita ninguna solución, actúa naturalmente. El instinto siempre es noble y te muestra el camino natural. El instinto es físico, tu pasado, basado en experiencias de miles de años.

La intuición es el futuro, es pura solución, no genera problemas. Es tu ser más profundo, tu conciencia.

El intelecto es tu mente, es el hoy, convierte todo en problemas y no tiene ninguna solución. Vive a base de prejuicios, nunca es noble.

El instinto es natural, la intuición, existencial. El intelecto se mueve palpando en la oscuridad.

El intelecto pasa a ser una barrera para aquello que piensan que no hay nada más allá. El intelecto se convierte en una molestia ya que lo utiliza mucha gente para reprimir su instinto pero depende de nosotros en usarlo bien y convertirlo en un apoyo.

Cuando el instinto y la intuición trabajan juntos, también podemos utilizar el intelecto para buenos propósitos.”

Cuanto más intelectualizamos nuestro presente más nos aferramos a la idea de lo imposible. Nos encerramos en nuestro círculo de probabilidades de acuerdo a nuestro pensamiento limitado, y nos vamos apagando.

El Instinto, la fe, el creer, la inspiración, entre otras formas de nombrarlas, expanden nuestro destino, nos abren nuevas posibilidades, ensancha nuestros modos de pensar, multiplican las soluciones.

A través de allí nuestra actitud cambia, nuestra manera de relacionarnos, de ver la vida, de mirar nuestro futuro, de imaginar nuestras estrategias, de multiplicar nuestros contactos, de contagiar nuestro entusiasmo, y cambiamos nuestra marcha a través del combustible llamado pasión.

Y la magia y el carisma florecen, y también vuelven a vivir los sueños.

Debemos dejar de usar tanto la razón que sólo nos achata. Debemos hacer crecer nuevamente nuestro instinto, nuestra fe, nuestro creer, nuestra inspiración, que es lo que siempre le dio alas a los grandes sueños.

A eso debemos aferrarnos, a aquello que le da aire nuevo a nuestra vida. Y así lo imposible se vuelve posible.

jueves, 9 de septiembre de 2010

PERMITÁMONOS LOGRARLO

Muchas de las personas que no alcanzan su máximo potencial no lo hacen no porque no haya buenas oportunidades, recursos o habilidades, tampoco les falta conocimiento, apoyo o tiempo. No lo alcanzan porque la mente de ellos mismos se convierte en su principal obstáculo.

El editor estadounidense Moody dijo una vez “Nunca he conocido a ningún hombre que me haya dado tanto problema como yo mismo”.

Todos los que nos miran desde afuera nos ven condiciones ilimitadas para determinado alcanzar determinado proyecto, ejercer una función o alcanzar un sitio en el que podemos brillar. Es más, nos animan, nos alientan, nos afirman y nos apoyan.

Entonces allí se acaba la gran excusa, la de culpar a los otros, y queda toda la responsabilidad sólo sobre lo que nosotros hacemos. Y allí comienza la gran crisis.

Si nadie me critica al contrario me alientan, si nadie me limita sino que inversamente nos apoyan ¿Porqué no consigo entonces avanzar?

Allí aparecen todos nuestros viejos fantasmas internos de los no puedo, no soy tan inteligente, no lo merezco, no tengo fuerzas. Allí es donde nosotros nos convertimos en el mayor obstáculo para nosotros mismos y nuestra mente es nuestro mayor enemigo a derrotar.

En nuestra vida sólo nosotros tenemos la capacidad de detenernos a nosotros mismos, y muchas veces ponemos a los demás como excusas para no hacerlo.

Es importante resaltar con los obstáculos en su gran mayoría sólo existen como riesgos que se encuentran en nuestra imaginación. Las batallas más importantes se libran en nuestra propia mente.

Es por ello que:
• No debemos buscarnos más problemas, los problemas vienen solos y debemos poner nuestra mente en cómo resolverlos.
• No debemos encontrar razones para no avanzar, debemos buscar razones para sí hacerlo.
• No debemos enamorarnos de una única solución, debemos tener una mente abierta para saber que muchos caminos llevan a Roma, pero con el equilibrio de no dispersarnos demasiado.
• Debemos regrabar nuestras viejas cintas negativas, haciendo afirmaciones positivas que combatan los pensamientos que nos limitan y que se regraben en nuestra mente nuevos mensajes.
• Actuar: algún día generalmente quiere decir ningún día.

La única cosa necesaria para que no lleguemos a nuestros sueños es que no hagamos nada. Hay que evitar la inmovilidad.

Todas las cosas que pasan, buenas o malas, juntas, si sabemos aprovecharlas siempre nos ayudan para alcanzar nuestros objetivos. Son como puntos marcados en el tiempo que sólo adquieren sentido cuando llegamos a la meta.

Abraham Lincoln dijo una vez que “la mayoría de las personas son tan felices como deciden serlo”.

Decidamos alcanzar nuestras metas y nuestros sueños, dejando de ser obstáculos de nuestra propia felicidad.

miércoles, 11 de agosto de 2010

PONERSE EN ACCIÓN

Tenemos una excelente idea para llevar a cabo, una idea que nadie tuvo y que puede hacernos progresar enormemente en la vida personal, profesional, social y económica. Además sabemos lo que debemos hacer para llevarlo a cabo y también tenemos los recursos o no necesitamos demasiados para avanzar.

Tenemos la manera de darle un giro personal a nuestra vida. Ya sabemos que el entorno nos afecta enormemente, que la persona que tenemos a nuestro lado no es un factor positivo para nuestro proyecto de vida ni para nuestra estima y crecimiento. Debemos cambiar nuestro entorno negativo por uno que realmente nos permita acceder a una vida más plena y feliz.

Tenemos la percepción que en el trabajo en que nos encontramos no tenemos futuro, y de hecho, si seguimos en él, a la corta o a la larga, nos quedaremos en la calle, pasando por situaciones dolorosas que afectarán nuestra vida personal, familiar y económica. Sabemos que debemos capacitarnos, generar un plan, y paulatinamente prepararnos mentalmente, formarnos y generar algunos recursos para dar en algún momento el salto.

Sin embargo…. Nunca nos ponemos en marcha.

Debemos comprender que nadie llega a ningún lado con suposiciones, presunciones, supuestos y conjeturas. Tampoco lo haremos solamente con planes bien estructurados, calculados y calendarizados.

Todo lo nombrado pierde valor si uno no lo pone en acción.

No se trata de tratar, sino de tener la convicción de hacerlo.

Escuché una frase acerca de que “el mundo se divide en gente que hace las cosas y gente que habla acerca de cómo hacer las cosas”. Los únicos que logran resultados son los del primer grupo, y por supuesto es el menos numeroso.

Una idea excelente, un plan teóricamente infalible, una gran solución posible es como un tesoro enterrado en una isla desierta. No tiene ningún valor si nadie lo saca de allí.

No es importante realmente saber cuál es la solución, lo realmente importante es mostrar que sabe cómo llevarla a la práctica y para eso hay que hacer.

Una excelente idea no llevamos a la práctica, está haciendo o hará que otro que lo haga consiga el éxito, el reconocimiento y la prosperidad que nosotros desechamos.

Hagámoslo nosotros y pongámonos en acción HOY.

sábado, 31 de julio de 2010

EL MOMENTO MÁS OSCURO DE LA NOCHE, ES JUSTO ANTES DE SALIR EL SOL

Muchas veces en el curso de nuestra vida tendremos que lidiar con decepciones y frustraciones.

Estos reveses forman parte de nuestra vida y no hay persona en el mundo que no pase por malos momentos, es inevitable.

Nos sentimos tristes, lloramos, tenemos ganas de dejar todo, pensamos si lo que hicimos valió la pena, nos amargamos y repartimos culpas por doquier.

Las etapas por las que pasamos son varias:

Primero NEGAMOS que algo nos está sucediendo: es la etapa de las vendas.

Las cosas no funcionan pero seguimos viviendo como si funcionaran.

Es tanto el dolor de admitir que vamos por el camino equivocado, o que tomamos decisiones erróneas, que no lo reconocemos, porque hacerlo afecta directamente a nuestra estima y ego.

Creemos creemos que si lo negamos, mágicamente todo se resolverá positivamente en algún momento, pero la inercia del problema sigue socavando el terreno que pisamos.

Luego llega el ENOJO. Nos enfadamos con todos los que están alrededor y los que no están, desde Dios para abajo con todo el mundo.

El exterior es el culpable: nuestro jefe, nuestro socio, nuestros colaboradores, nuestros padres, nuestra pareja, nuestros hijos, etc.

Cuando nos cansamos y desgastamos entonces llega la CULPA.

Ya los demás no son los culpables, sino que empezamos a ver en nosotros mismos al responsable de nuestro destino, de llegar adónde llegamos, de lo que perdimos, de lo que desperdiciamos, de lo que no hicimos.

Luego llega la RESIGNACIÓN.

No pudo ser de otro modo, no hay nada que podamos hacer ya, es lo que nos tocó y debemos mirar de acá en adelante, culparme o responsabilizarme a mi o a otros no me lleva a nada.

Llegada a esta etapa, o seguimos en un camino negativo hacia a la DEPRESIÓN, o nos tomamos de la mano de nuestra RESILIENCIA y tomamos lo pasado como una EXPERIENCIA de aprendizaje, como forma de no repetir los hechos, de hacernos más fuertes y elegir mejor nuestro futuro.

Si podemos APRENDER de lo sucedido, ya que hay cosas que no podemos cambiar hacia atrás, porque modificar el pasado es imposible, podremos transformar desde allí nuestro futuro, qué es lo único que está a nuestra mano.

Muchas veces he tomado decisiones que no han sido buenas, y siempre me he dicho “Si me cortara un brazo como compensación, ¿podría cambiar lo que sucedió?” y la respuesta siempre ha sido NO.

Por lo tanto todo lo que quedó fue pedir disculpas si alguien se sintió herido (si las mismas eran aceptadas o no estaban fuera de mi control), y también disculparme conmigo mismo, perdonarme y seguir adelante.

Todos estos momentos en la vida, son inevitables, esperables, y se convierten en PRUEBAS. Están allí para mostrarnos de qué estamos hechos.

Nos van a mostrar si la dificultad y la frustración son más fuertes y pueden con nosotros, o somos nosotros quienes las venceremos.

Debemos saber que cuánto más grande es nuestro sueño, más grande serán nuestras dificultades.

Y cuándo el tiempo de esa tormenta, esa frustración, esa desilusión, si sabemos ver, podremos comprender que la misma fue necesaria en nuestra vida, para torcer nuestro rumbo, para cambiar nuestra vida para mejor, para abrirnos caminos nuevos, y que en realidad no fue una casualidad, fue una causalidad.

Si miramos para atrás hacia otros momentos similares, podremos ver que pasado un lapso de tiempo lo que sucedió trajo algo mejor, y a partir de allí comprenderemos que lo que hoy nos sucede, si bien no puede verse como un momento bueno, en su interior, guarda la semilla de un futuro mejor, de un nuevo trabajo, de un nuevo sueño, de una nueva vida que nos espera y que todavía no se encuentra a la vista, pero que seguramente está a la vuelta de la esquina.

Como dice una frase popular “EL MOMENTO MÁS OSCURO DE LA NOCHE, ES JUSTO ANTES DE SALIR EL SOL”

domingo, 11 de julio de 2010

VOLVER A LAS FUENTES

Durante mucho tiempo el deseo de riqueza, el poseer bienes materiales, el mostrar nuestro éxito a través de ellos ha sido el centro predominante del pensamiento de las personas y de las sociedades. Esto nos ha incluido a la gran mayoría de nosotros.

Hoy se percibe que esto ha cambiado.

Ya la gente siente que, si bien el bienestar económico es muy importante, ello no es lo que nos lleva a la absoluta realización sino va acompañado por otras variables como el tener una familia feliz, un grupo de amigos que compartan nuestras horas, personas alrededor que hagan cálido nuestro paso, realizarnos en aquello que verdaderamente amamos.

Es por ello que ante este deseo renovado de humanidad, en el que además de querer progresar en todos los terrenos, no estamos dispuestos a ceder nuestro deseo de ser considerados como personas, el valorarnos y aspirar hacer algo valioso, para nosotros y para otros, es que en el presente la gente siente como un elemento esencial, el verdadero interés por la gente.

Un interés genuino, no manipulado, no centrado en qué recibe el que da, sino en un interés por el genuino dar, y por ello, sin desearlo, recibe.
Hoy no es posible triunfar si no se piensa primeramente en cómo los otros pueden lograr lo que ellos desean, y a partir de allí que ellos también deseen ayudarnos a nosotros a lograr nuestras metas.

Hoy no es posible triunfar si a las personas a quiénes les vendemos nuestros servicios o productos no se convierten en el centro “verdadero” (y no falso en la práctica, como ha sido hasta hoy) de nuestro interés por brindarle lo que realmente necesita, ni más ni menos.

No es posible triunfar si no somos íntegros en nuestro “pensar, decir y hacer”, o el “digo lo que pienso y hago lo que digo”.

Y hablo de triunfar, en el sentido de trascender. Ya que quizá podamos tener un brillo pasajero, un “éxito” circunstancial que satisfaga nuestro pequeño ego personal, nuestros cinco minutos de fama sólo en el contexto de una vida.

Pero como dijo Abraham Lincoln “Se puede engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”.

Hoy la falta de interés verdadero en el otro, la falta de integridad, la falta de verdadero amor o la manipulación de las relaciones lleva, en corto o mediano plazo, a resultados desastrosos, en todos los contextos: personal, familiar, social, de negocios y espiritual.

La profesionalización, en muchos ámbitos, sin haber sido el objetivo, ha llevado a que se perdiera este verdadero interés, reemplazándolo por el marketing, la burocracia, “lo que me conviene o no” en un momento dado, en lugar de pensar “en lo que debo a hacer o no” en función a los valores esenciales, sin importar mi imagen, lo que otros puedan pensar.

Hace algunos años escuché la frase que “cuando uno sabe cuáles son sus valores, las decisiones que parecen difíciles, son fáciles de tomar”.

Paradójicamente, la decepción que las personas sienten cuando ven que lo que se hace no coincide con lo que se proclama, destruye nuestra imagen que tanto tratamos de cuidar y nos importa, y tira como en el juego del “jenga” aquello que tanto deseamos armar. Los bloques pueden caerse todos juntos o de a poco, pero el resultado será el mismo.

Aquello que en un principio estaba teñido por la pasión y el deseo de dar lo mejor de nosotros a los demás, nuestra potencialidad, nuestro deseo de que lo que hacíamos sirviera y convertirnos en una respuesta nueva, se convirtió en un deseo de mantener el “status quo” y se enfrió.

Médicos y veterinarios que no atienden más a los pacientes por “vocación”, periodistas a quienes ya no le importa la verdad sino “vender la verdad”, músicos que no escriben más lo que quieren transmitir sino “lo que vende”, curas y pastores a quienes no le interesan “ayudar a la gente” sino hacer crecer su imagen e influencia.

Por ello es importante reflexionar, hacer un introspección, y aun habiendo perdido algo de credibilidad, volver a las fuentes, a aquellos momentos donde lo que hacíamos lo hacíamos para dar lo mejor de nosotros a otros, y no para que los otros nos den lo mejor de ellos a nosotros.

En la persistencia, es posible recuperar la credibilidad perdida, y si no se logra del todo, haremos lo mejor por los demás, que es el mejor premio que podemos tener al fin de nuestras vidas, haber dado lo mejor de nosotros mismos.

Porque como dice un dicho hoy popular en el función al servicio “El que no sirve, no sirve”.

viernes, 25 de junio de 2010

Dueños de nosotros mismos

El hombre que escupió a Buda:

“En una ocasión, un hombre se acercó a Buda e, imprevisiblemente, sin decir palabra, le escupió a la cara. Sus discípulos, por supuesto, se enfurecieron.
Ananda, el discípulo más cercano, dijo dirigiéndose a Buda:

- ¡Dame permiso para que le enseñe a este hombre lo que acaba de hacer!

Buda se limpió la cara con serenidad y dijo a Ananda:

- No. Yo hablaré con él.

Y uniendo las palmas de sus manos en señal de reverencia, habló de esta manera al hombre.

- Gracias. Has creado con tu actitud una situación para comprobar si todavía puede invadirme la ira. Y no puede. Te estoy tremendamente agradecido.

También has creado un contexto para Ananda; esto le permitirá ver que todavía puede invadirlo la ira.

¡Muchas gracias! ¡Te estamos muy agradecidos! Y queremos hacerte una invitación. Por favor, siempre que sientas el imperioso deseo de escupir a alguien, piensa que puedes venir a nosotros.

Fue una conmoción tan grande para aquel hombre... No podía dar crédito a sus oídos. No podía creer lo que estaba sucediendo. Había venido para provocar la ira de Buda y había fracasado.
Aquella noche no pudo dormir, estuvo dando vueltas en la cama y no pudo conciliar el sueño.
Los pensamientos lo perseguían continuamente. Había escupido a la cara de Buda y éste había permanecido tan sereno, tan en calma como lo había estado antes, como si no hubiera sucedido nada...

A la mañana siguiente, muy temprano, volvió precipitado, se postró a los pies de Buda y dijo:

- Por favor, perdóname por lo de ayer. No he podido dormir en toda la noche.

Buda respondió:

- Yo no te puedo perdonar porque para ello debería haberme enojado y eso nunca ha sucedido.
Ha pasado un día desde ayer, te aseguro que no hay nada en ti que deba perdonar.

Si tú necesitas perdón, ve con Ananda; échate a sus pies y pídele que te perdone. Él lo disfrutará.”

Debemos aprender a ser libres de la gente. No debemos permitir que lo bueno o lo malo de la gente nos te toque.

Cuando alguien diga algo bueno de nosotros tenemos que esforzarnos porque eso no llegue a envanecernos, para que cuando llegue el día en que la misma persona hable algo malo de nosotros tampoco nos sintamos humillados.

Si estamos pendientes de la aprobación de los demás, cuando éstos nos la nieguen, nos convertiremos en monos en busca de la galleta, haciendo monerías para conseguir un poco de lo que necesitamos, y ya no seremos dueños de nuestro destino, sino esclavos de la validación externa.

Tenemos que hacer que nuestras palabras internas sean más fuertes que las palabras externas.
Entonces no seremos esclavos del afuera, seremos dueños de nosotros mismos.

miércoles, 16 de junio de 2010

Definiendo nuestra vida

Me resisto a pensar que la vida es trabajar, comer, dormir, criar hijos, pagar impuestos, jubilarse y morirse, el ser sólo un engranaje de la máquina donde uno se desgasta y se muere y nace otro engranaje que crece y reemplaza al desgastado.

Albert Einstein dijo “Dios no juega a los dados” y yo creo que hay un objetivo en la vida de cada uno.

Cuando se dice que somos únicos e irrepetibles, que ninguno es igual a otro es que cada uno tiene una particularidad, un talento único para desarrollar indispensable para sobresalir, ser útil y dejar una marca única.

El tema es que el sistema, ese engranaje de la máquina que es la sociedad, necesita tornillos, tuercas, arandelas humanas para funcionar y necesita aplastar expectativas, sueños, para poder lograr su propio propósito, sin importar si las personas cumplen sus fines o no.

Creo que tenemos que aprender a despertar, como Neo en la película “matrix”, que si uno la mira con otros ojos su mensaje es mucho más profundo que una simple película de ciencia ficción.

Nuestra vida siempre está conducida, guiada, controlada por algo. Muchas veces lo que nos controla es un problema, una presión, una fecha. También puede ser un dolor, un recuerdo o un miedo o una culpa. Otras por simple autoestima o necesidad de sentirse aprobadas (por los padres, por la familia, por la sociedad, por lo amigos, grupos de presión, etc.).

Estas emociones se transforman en acciones. Desde allí tomamos las decisiones y hacemos lo que hacemos.

Cuando descubrimos cuál es el propósito de nuestra vida, el significado cambia radicalmente. “Cuando la vida tiene significado usted puede enfrentar cualquier cosa, cuando no lo tiene todo es insoportable”.

Cuando uno siente que no vive sino que sobrevive, que está tratando de ser algo que ni siquiera sabe que es, siente que está fracasando. Si sabe hacia dónde va, siempre sentimos que la vida fluye para nosotros.

El optimismo nace de tener un propósito, y ser optimista es tan necesario y sano para la vida de uno como el aire o el agua.

Tener un propósito es la fórmula de la felicidad. La felicidad no es un momento, es una actitud hacia la vida, y esta hace que la vida tenga un verdadero sentido. Por supuesto no todos los momentos son buenos, pero todos tienen un valor necesario, un sentido en el camino que seguimos.

Conocer el propósito simplifica nuestras vidas, hace más fáciles las decisiones. Marca con claridad lo que debemos y lo que no debemos hacer, que actividades son esenciales y cuáles no. Si un propósito claro no tenemos fundamento para tomar decisiones, tratamos de hacer demasiado y esto provoca cansancio, stress y conflictos.

Cuando conocemos el propósito concentramos esfuerzos, nos hacemos más efectivos al ser selectivos.

Sin un propósito seguiremos siempre cambiando de trabajo, de negocios, de relaciones, esperando que cada cambio llene un vacío interno.
Actividad no tiene nada que ver con productividad. Podemos est
ar ocupados todo el tiempo y estar desperdiciando todo ese tiempo. Nada genera más energía que el tener un objetivo claro de vida.

Enfocarse en el propósito de nuestra vida es fundamental para lograr la felicidad en nuestra vida y para todo nuestro entorno.

martes, 15 de junio de 2010

El propósito de nuestra vida

Uno nació con un propósito esencial. Lo llamamos sueño, el objeto de nuestra vida, destino, fin, Y una cantidad de palabras más.

Para el cumplimento de ese sueño poseemos fortalezas que ya están en nuestro interior, al principio como un embrión inicial que encierra un grupo de habilidades innatas, que en la vida diaria nombramos como “yo tengo facilidad para….” Y que otros nombran también como “vos naciste para esto” “esto es lo tuyo”, ya que los demás pueden ver con más facilidad que nosotros aquello que nosotros nos negamos a ver porque muchas veces tomamos decisiones contradicen decididamente nuestro potencial.

Nos dejamos llevar por cuestiones accesorias (el dinero, los mandatos familiares, lo que queda bien, etc.) y digo accesorias no porque no sean importantes, sino porque en realidad cuando tomamos las decisiones correctas, que están en línea con nuestro propósito principal, los complementos llegan, y generalmente en mayor cantidad y calidad que habiendo elegido por lo secundario.

Para ver lo que no vemos, los demás muchas veces pueden servirnos de guía. Aquello para los que los demás reclaman nuestra presencia, nos buscan y piden nuestra ayuda en general, es un buen indicio para descubrir nuestro punto fuerte, nuestro don principal. Por algo nos buscan, y es porque somos buenos en ello, y si somos buenos, es porque es parte de nuestra pasión.

Es muy factible que en algo que hayas desarrollado, capacitado y practicado hoy puedas ser bueno, pero bien dice el dicho “lo bueno es enemigo de lo excelente”, por lo cual si estás haciendo algo bien, pero no es tu pasión, estás desaprovechando gran parte del potencial que sería aprovechable en aquello que podrías ser excelente, único.

El haber logrado el “éxito”, si es que así podemos llamarlo, aunque lo dudo, en algún área que desarrollamos actualmente, no quiere decir haber cumplido con “nuestro propósito de vida”.

El propósito tiene que ver con una instancia donde se unen cuerpo, mente y alma. Donde nos sentimos plenos y percibimos que nuestra vida no es haber sido un número más que pasó sin pena ni gloria, el haber ocupado un puesto que cuando no estemos otro más lo ocupará y todo seguirá igual, sino que significa marcar un camino, un surco que seguirán otros, dejando un legado.

Muchas personas cuando se habla de propósito lo vinculan solamente de acciones sociales o espirituales, trabajar para Ong o entidades voluntarias y solidarias. Aunque muchas veces es así no necesariamente debe serlo.

Vilas marcó el camino de muchos tenistas, Fangio el de muchos automovilistas, Ford el de muchos empresarios, Houdini el de muchos magos.
Todos ellos cumplieron sus propósitos y marcaron la vida de muchas personas, y no realizaron enteramente acciones sociales directamente, pero si tocaron y ayudaron a modificar el rumbo de muchas vidas y mostraron que se pudo, se puede y se podrá alcanzar todos los sueños sin ser solamente “contadores o abogados”.

El secreto es que todos tenemos una característica que nos hace “únicos” y lo mejor que podemos hacer es elevar esa característica, desarrollarla y hacernos indispensables para los demás en este punto.

Muchos de nosotros caminamos y avanzamos en el camino de nuestros años hasta que llega un punto donde descubrimos un cartel de “calle cerrada”. Esto sucede muchas entre los 30 y 40 años, donde hacemos un balance “automático” e interiormente sentimos una voz que nos dice “no es por aquí”.

Sentimos el peso de tener que desandar el camino y comenzar nuevamente, como cuando seguíamos los laberintos que estaban en las páginas de las revistas infantiles cuando éramos chicos y veíamos que la línea que marcábamos no llevaba a ningún lado y debíamos volver a la entrada y comenzar a marcar nuevamente.

Algunos tratábamos de “hacer alguna trampita” marcando con nuestra lapicera comenzando desde la salida del laberinto, siguiendo hacia atrás para terminar en la entrada y así teníamos resuelto el tema.

Y esa es una buena solución. ¿Dónde te gustaría estar cuando llegues a la salida? Y desde allí debes desandar el camino para saber qué camino debes caminar para llegar hasta allí y seguirlo. Esa es tu ruta, y si quieres llegar a cumplir tu meta al final debes empezar “YA”.

“Empiezo mañana” generalmente es no empezar nunca. Esperar sólo te hace perder más tienpo y te lleva a ningún lado, solo te deja donde hoy estás. Si hay un momento para empezar a hacer algo hay uno solo momento, HOY.

viernes, 11 de junio de 2010

Las decisiones de nuestra vida

Muchas veces elegimos en nuestra vida, y esas decisiones traen resultados. Resultados que hoy pueden ser lo que esperabas en algunas áreas, y que no en otras.

El éxito en nuestra vida se mide y se expresa como en una tabla dinámica, que muestran el porcentaje de lo logrado dividido en distintas columnas: vida personal, afectiva, familiar, social, espiritual, salud, económica, laboral y/o negocios.

Es impresionante ver como el sistema actual permanentemente nos marca como única variable del éxito al dinero, a los logros materiales.
He escuchado muchas personas que dicen “esta gente no es feliz, y no lo entiendo. ¿Si tienen todo? Casas, coches, lujos, y sin embargo no son felices”.

Me resulta increíble como existiendo una gran cantidad de ítems de éxito nos focalizamos sólo en mirar uno.

Muchas veces por conseguir aumentar el porcentaje en esa columna descuidamos las otras, que son tan importantes que hacen correr el riesgo de que toda la estructura se caiga.

Porque de que nos sirve tener dinero sino tenemos familia o amigos, y de que nos sirve tener dinero, familia y amigos sino tenemos salud para disfrutarlos. Y de que te nos sirve tener dinero, familia y amigos sino tenemos paz.

Debemos aprender a equilibrar nuestra vida como uno lo hacemos con un “equalizador” de sonido, para lograr el “sonido” justo para cada canción.
Equilibrio es la palabra clave.

Si lo que hoy ves en tu vida no te gusta, si sentís que elegiste mal, y el resultado que hoy ves no te gusta, HOY podés elegir nuevamente.

Debemos recordar porqué elegimos mal, en base a qué elegimos.
¿Elegimos la carrera sólo por el bienestar económico que nos iba a dar? ¿Por llegar a un nivel de vida que hoy se convierte en una cárcel de la que no podemos salir y que no nos hace feliz? ¿Elegimos nuestra pareja porque si no nos quedábamos solos?¿Mantenemos nuestros amigos o relaciones con familiares que no son positivos para nuestra vida sólo porque nos conocemos hace tanto tiempo que da pena?¿Seguimos en nuestro trabajo porque mantiene nuestro estatus pero no nos da satisfacción?

Muchas veces la elección de lo que vivimos hoy fue una decisión de cuando éramos adolescentes. Hoy quizá tenemos 30/ 40 años.
¿Cuántos confiamos o tomamos como firmes las decisiones que toman nuestros hijos adolescentes a la edad que tomamos nosotros las nuestras?
Esa edad teníamos cuando decidimos los que hoy son pilares de nuestras creencias y nuestra vida. ¿Por qué entonces si no confiamos en las decisiones que toman nuestros hijos como definitivas, tomándolas muchas veces como no serias, entonces confiamos y tomamos como inamovibles las nuestras que tomamos a la misma edad?

Igual para nuestro pasado cercano ¿Cuántos pensamos que encontramos la solución mágica y definitiva para nuestra vida y después descubrimos que no era una verdadera solución?¿Cuántos nos amargamos por ello?

Siempre hay una solución sino dejamos que la amargura y la frustración se meta en nuestra vida y nos inmovilice. Nunca debemos detenernos.

La misma oportunidad que tuviste para elegir en ese momento la tenemos hoy para elegir bien.
La vida nunca te cierra las puertas de una nueva oportunidad.

No importa lo que veas hoy, si vos crees y te movés en consecuencia, las cosas cambiarán a tu favor.

Sólo hay tres lugares donde estar:
1) Viviendo en tu pasado
2) Sentarte en tu presente
3) Caminando hacia tu futuro.

Ir para adelante, cambiar y crecer es lo único que va a modificar tu futuro para mejor.

jueves, 3 de junio de 2010

¿A quién escuchamos?

Para avanzar en aquello que amamos hacer, alcanzar nuestros sueños, vivir más plenamente, tenemos que cuidar lo que oímos y sobre todo a quién oímos.

Una palabra expansiva nos puede hacer ganar años de nuestra vida, ya que nos acercará un buen consejo, nos aportará una idea de oro, expandirá nuestra mente para encontrar soluciones nuevas, nos dará fuerzas para seguir adelante más rápida y eficazmente.

Una palabra negativa en cambio puede frenarnos, inmovilizarnos, desmotivarnos y hasta hacer que abandonemos aquellos caminos que harían nuestra vida plena y en los que podríamos desarrollar nuestro máximo potencial.

Sólo podemos desarrollarnos completamente, como fue expresado en artículos anteriores, haciendo aquello que verdaderamente amamos.

Por eso es bien importante que aprendamos a discernir a quién contar las cosas y a quién pedir consejos.

Es importante tener en cuenta tres puntos:

1) Hay una gran diferencia entre un consejo y una opinión. Un consejo nos lo da aquel que ya logró lo que nosotros todavía queremos lograr y que te puede guiar, porque ya pasó por allí y logró el objetivo. Si queremos saber cómo poner en marcha un negocio, debemos preguntarle al que ya lo hizo, y si tiene una cadena de negocios, mejor, porque nos dirá “porqué querés abrir un negocio, abrí dos!!!”
Sin embargo vamos por la vida preguntando siempre ¿qué opinas…? ¿qué opinas…..?, cuando muchas veces a quién consultamos están peores situaciones de lo que estamos nosotros. A aquellos que nos dirán “¿Estás seguro? mirá si te va mal….”, “si estamos en una crisis”, “mirá que ya estás grande…”,”poné los pies sobre la tierra, estás pidiendo mucho…”, entre otras cosas.

Si uno lo mira desde otro ángulo nos parecería absolutamente ridículo que un borracho le pregunte a otro borracho consejos acerca de como dejar la bebida. Pero en otros ámbitos nosotros actuamos igual, aunque no sean ejemplos tan evidentes.

Por lo tanto antes de pedir una mirada distinta, es importante que nos fijemos bien a quién le estamos preguntando.

2) Pero por otra parte habrá personas que quieran darnos su opinión sin que siquiera la hayamos solicitado. Y en general serán las más negativas, escondidas en un disfraz de positividad, como una “crítica constructiva”. No dejes que los pensamientos negativos, las frustraciones, nacidos de personas que no se atrevieron a vencer los obstáculos te limiten.

Si podemos, digamos gracias y no escuchemos, y si vemos que nos influye tratemos de evitar ese momento y alejémonos, física o emocionalmente. Tampoco estamos para hacerle cambiar sus opiniones, cada uno es dueño de pensar como quiera, y no está en nosotros juzgar sus razones. Pero nosotros también tenemos derecho a seguir pensando lo que pensamos, sin dar ninguna explicación ni manifestar las razones por las cuales las mantenemos. Creemos lo que creemos y listo.

Depende de nuestro criterio saber si lo que nos dicen es para expandirnos o para limitarnos.

3) Como tercer punto también debemos tener precaución acerca de a quién contamos nuestros sueños. Las personas correctas nos empujarán e incentivarán, pero otros tratarán de tirarte en un pozo, en el mismo que se encuentran ellos. Cuándo vean que siguen adelante, muchas veces escucharás “yo también quise hacer xxxx cosa, pero no me animé”. Pero aún cuando lo cuentes sabrás qué personas te acompañarán parte o todo el camino, y quiénes nunca te acompañarán. Y eso es bueno, porque sabrás dónde colocar más tu tiempo y no desperdiciarás recursos.

Tampoco es para que nos enojemos, no podemos calificar a los demás por algo que en realidad afecta a sus propias vidas. Nadie puede dar aquello que no tiene, y si no creen en sí mismos difícilmente crean en nosotros, es lógico.

Para cerrar, elegí una frase de Confucio que dice: "al principio, el camino por el que conducía a la gente era escuchar sus palabras y confiar en que actuaran según ellas. Ahora, escucho sus palabras y observo si actúan según ellas. Este cambio estaba en mis manos".

martes, 1 de junio de 2010

Como llegar a la cima

Nadie logra alcanzar el éxito si no hay mucha gente que desee que uno lo consiga. Por esta razón es importante generar una buena red de relaciones, pero además de ello desarrollar nuestra capacidad de relacionarnos sanamente con las personas que trabajan con nosotros y desde allí aspirar y ayudar a que ellos también alcancen el éxito que ellos desean.

Todavía hay mucha gente que cree que para poder brillar necesita debilitar a todos los están en su camino, sumatoria de su propia incompetencia o inseguridad. Al juzgarse menos con respecto a otros, la manera que ven de poder sacar la cabeza fuera del agua es apoyándose y hundiendo a los demás.

El cambio de mentalidad pasa por entender que ese que hoy hundo es el que podría ayudarme o acompañarme para subir mañana.

No creo, sinceramente, en lo que los libros expresan como los “self made man” o personas hechos a sí mismos. Si uno se ha hecho a sí mismo, seguramente no ha llegado muy alto, y si ha logrado algo, inevitablemente debió contar con gente que lo ayudara, que si bien interiormente los selfs lo saben, no quieren reconocerlo, porque es mejor para su estima decir que no dependieron de nadie para lograrlo.
Por supuesto (cae de maduro) que la fuerza, el esfuerzo, la persistencia, la garra para lograrlo depende de nosotros mismos, ¿de quién debería depender sino?, pero sin la gente que nos brinda su mano, o trabaja para nosotros, o nos da consejos, hubiera sido imposible llegar.

Ningún logro que haya tenido valor verdadero, que haya dejado un legado para mucha gente y que haya persistido en el tiempo ha sido alcanzado por una persona que trabaje sola.

Es por eso que es importante comenzar a pensar que el resto de la gente que nos rodea son nuestros socios, pero como la palabra socios se encuentra muy devaluada (ya que en muchos casos “socios” se vincula a situaciones o relaciones positivas y constructivas), sería más acertado decir que debemos “amar” a las personas que tenemos alrededor, tanto, que signifique una alegría que ellos alcancen sus metas como si fuéramos nosotros mismos y ayudarlos a que las consigan.
Si nosotros podemos hacer eso, la gente deseará y nos ayudará a que nosotros podamos lograr nuestros mayores sueños, y será un gusto también para ellos ayudarnos.

Me viene a la mente como idea el escalar una montaña. Si uno escala solo,
seguramente no será un lugar muy alto si quiere hacerlo uno mismo, pero si uno quiere escalar el Everest, debe hacerlo en equipo, y que alguien suba y se adelante un tramo, significa que uno también lo subirá, y si nosotros nos adelantamos en otro tramo, significa que el que está abajo también lo logrará, y así juntos alcanzaremos el punto más alto.

Debemos saber que si alguien, en algún momento sube más que lo que pudimos subir nosotros, y nos alegramos y hemos contribuido a ello, es el anticipo de que a nosotros mismos nos falta poco para llegar allí.

sábado, 29 de mayo de 2010

Vivir el hoy o vivir el mañana

Hace unos días durante una conversación informal con una persona conocida, la misma me planteó que se encontraba desconcertada, que no sabía hacia dónde debía ir, ni tampoco que convenía hacer con su vida hoy.

De esta charla surgió un ejercicio mental, en el cual planteamos la idea de visualizarnos hoy como si estuviéramos en el final de nuestra vida, y como nos gustaría vernos al llegar ese momento. Que nos hubiera gustado haber logrado al llegar allí, que nos haría sentir plenos y completos en ese momento, qué nos haría sentir realizados.

Mucha gente que he escuchado llega a esa instancia de la vida, viendo que sólo los años “les han pasado”, que sólo sirvió para pagar cuentas, cambiar pañales, trabajar para sostener una familia, y nada más. Se sienten vacíos y frustrados, lo que hace que el fin de la existencia se convierta en un trago amargo que nunca hubieran querido que llegara así, tratando de conformarse porque ya no hay nada que hacer.

En el presente, también escucho de la gente, que vive permanentemente idolatrando el hoy, “disfrute hoy, el mañana no existe”, “mejor pájaro en mano que cien volando”, “hoy vivimos, mañana no sabemos”, son lemas de estos momentos. No existen perspectivas del futuro, ni pensamos nuca hacia dónde vamos, lo importante es sólo lo que hoy hacemos.

El vivir hoy, para una persona promedio de 20, 30, 40 años da la sensación de eternidad, “viviremos siempre, así que hoy hagamos lo que nos plazca o lo que podamos, ya habrá tiempo”, y el tiempo pasa e inevitablemente la frustración llegará.

Escuché también a gente decir que cuando pasó por esos años, les costaba levantarse de la cama para ir a trabajar otro día, que tenían nauseas de saber que tenían que ir al lugar de trabajo que detestaban, pero que fue más fuerte la comodidad o el miedo irse de allí y que el deseo de generar lo propio, porque tenían hijos y familia que mantener, pero que nuevamente, ahora ya nada podían hacer.

A mí no me gustaría llegar al fin de mi vida y verme frustrado, sentir que mi existencia pasó sin sentido, dejando que se fuera de mi control, y que nada de lo que hice valió la pena, que nunca dejé un legado, ¿Y a usted?

Si uno sabe cómo le gustaría llegar a ese último momento, será más fácil saber que decisiones debemos tomar hoy.

Sabiendo hacia donde uno va, es más fácil saber cómo armar la carrera para llegar, aunque hoy no esté en la ruta, y deba hacerlo de manera paulatina, sé que acciones debo tomar. Qué trabajo debo dejar y cuál debo tomar, en qué áreas debo capacitarme debido a que hoy no tengo los conocimientos suficientes, de qué gente me debo distanciar y con qué personas debo tratar de contactarme, que cosas improductivas que consumen mi tiempo debo dejar de hacer para aprovechar mejor el mismo para avanzar más rápidamente.

Si no tengo claro adónde voy, puedo estar haciendo actividades que no me llevan hacia allí, por más que hoy me resulten rentables o divertidas, me distraen y me confunden. Son como espejos de colores que tratan de robarme mi recurso más preciado voluntariamente. “Si uno no sabe dónde va cualquier colectivo lo deja bien” expresaría el dicho popular.

Por ellos es importante el futuro y el presente. De esta forma, presente y futuro se complementan equilibradamente. Vivir el presente, con una proyección hacia el futuro.

Un arquitecto una vez me dijo cuando quería hacer una habitación más en mi casa “Es importante que toda refacción la hagas con un plano en la mano que ya sea el definitivo, con todo finalizado. No importa cuánto tardes en hacerlo, pero lo que hagas debe estar en línea con el cuadro global, y cuándo termines no será un rejunte de ideas distintas, un mamarracho, sino el reflejo del sueño que querías lograr acerca de lo que esa casa debía ser en el tiempo y que todo tuviera armonía con todo”.

Lo mismo deseo para ti, que llegues al final de la existencia y puedas ver que todo lo que hiciste apuntó a aquello que querías llegar a “ser” para cuando llegara ese momento, que mirando hacia atrás no veas un mamarracho de decisiones, sin que armónicamente hayas construido la llegada de ese día.

domingo, 23 de mayo de 2010

El temor al fracaso

El miedo al fracaso es uno de los miedos más poderosos. Este sentimiento logra muchas veces paralizarnos, expresándolo a través de un sinnúmero de excusas.

El origen de estos miedos, en general, se basa en la falta de validación de nuestros padres, la falta de confianza inculcada en los primeros años, reforzada con experiencias posteriores de supuestos fracasos que nos llevan a tener una mirada pesimista de nuestras posibilidades.

El beneficio indirecto que sacamos de este miedo (ya que nadie hace lo que de alguna manera no le sirve), es que si no intentamos nada, por lo menos no corremos el riesgo de fracasar en lo que emprendemos. La paradoja, es que fracasamos de antemano, es decir, fracasamos para no fracasar.

Lo bueno es que siempre podemos modificar las cosas, y para hacerlo debemos volvernos amos de nuestras mentes, ya que si no nos apoderamos de ella, alguien lo hará. Para ello debemos tomar acción y cambiar nuestros pensamientos negativos por modos positivos y vencer nuestros miedos internos.

Hay una única forma mágica para lograrlo: sólo hacerlo, sin excusas.

Muchas veces escuché que tanto los valientes como los miedosos, ambos tienen miedo. No es que los valientes no lo tengan, la diferencia con los miedosos es que el miedo no los paraliza, no los inmoviliza. Actúan “a pesar de tener miedo”, y por ello logran hacer las cosas que quienes se refugian en el temor no se animan a hacer.

El tema que genera la diferencia es la motivación.

Escuchaba el otro día una charla en la que utilizaban un ejemplo interesante, es el siguiente:

Si te dijeran que debes caminar haciendo equilibrio sobre una cuerda que va desde un quinto piso de un edificio hasta el quinto piso de otro que se encuentra a treinta metros de distancia, por un premio de 1000 pesos ¿lo harías? Yo, realmente no. Y siguió exponiendo, y si ahora te dijera que debes hacerlo ya que si no lo haces, del otro lado de la cuerda la persona que tiene a tu hija y le apunta con un arma disparará ¿ahora lo harías? Y yo pensé, SI LO HARÍA. Culminó diciendo, ¿Cuál fue la diferencia? La motivación para hacerlo.

Si quieres lograr avanzar en la vida debes pensar que aquello que sabes que debes hacer es el ÚNICO camino posible (escucha el video de la historia de Rocky, en el grupo de Facebook “Viaje hacia el éxito”).
Como bien expresa Mark Fisher, debes “ponerte contra las cuerdas”.

Para terminar voy a compartirte otra historia que trastoco en parte para adaptarla a lo que hablamos:

“Un sabio al que una persona le preguntó que debía hacer para alcanzar su sueño lo llevó a la orilla de un río y le sumergió la cabeza en el agua.

Al cabo de unos segundos, la persona comenzó a manifestar señales de agitación, pues temía ahogarse, pero el sabio mantuvo su cabeza debajo del agua. La persona batallaba cada vez más.

El sabio soltó al fin a la persona, justo antes de que se ahogara y le dijo:

“Cuándo estabas bajo el agua, ¿qué era lo que más deseabas en el mundo?”.
“Respirar”, respondió la persona.
“Bien! Del mismo modo debes desear alcanzar tu sueño.”

viernes, 21 de mayo de 2010

Nuestros pensamientos influyen en lo que alcanzamos

Todo los que necesitamos para ser exitosos está ya dentro nuestro. Aunque parezca mentira todas las capacidades ya las tenemos. Si no están allí ¿Dónde entonces? Es por eso que se dice que “desarrollamos” habilidades. No podemos desarrollar lo que ya no está.

El nudo de la cuestión es hacerlas crecer, expandirlas, entrenarlas y hacerlas visibles. No hay nada que no podamos hacer si nos capacitamos y lo ejercitamos permanentemente.

Salvo casos específicos donde la habilidad es tan natural como Maradona y su pierna izquierda, el resto de los jugadores entrena diariamente para conseguir resultados. Si nosotros hubiéramos entrenado en forma similar es muy factible que también habríamos desplegado esa destreza, en mayor o menor medida. El hecho es que nunca lo hemos hecho, por lo tanto el resultado es el que hoy tenemos.

Es por ello que si quieres lograr un cambio en tu vida social, laboral, de negocios o social, debes detectar que habilidades debes desarrollar y generar un plan para hacerlo (ver nota anterior).
Todos nacemos con capacidades innatas, pero entrenarlas y sacarlas a la luz depende de nosotros, y de cómo sean nuestros pensamientos al respecto.

Hoy somos y tenemos lo que pensamos ayer, y mañana seremos lo que pensamos hoy. Hoy eres aquello que pensaste que serías, a pesar de que creas lo contrario. Quizá tus expectativas fueron superiores, pero tus pensamientos reales son los que se transformaron en acciones que te llevaron al lugar en que te encuentras en este instante.

El principio de avance pasa por ser agradecido por haber llegado hasta este punto y sentirte feliz de que las cosas buenas te hayan acompañado, y las no tan buenas que te han enseñado y moldeado. Si generamos ese pensamiento positivo, es el basamento que te permitirá evolucionar constructivamente.
Si podemos sentirnos completos y satisfechos con lo que somos hoy eso es lo que proyectaremos hacia afuera.

Hay estudios que indican que la gente positiva es mucho más ayudada (a veces sin pedirlo) que la gente negativa. A todos les gusta rodearse de gente con “buena onda” y huye a la gente con mala onda.
Puedes llamarlo “ley de la atracción”, empatía positiva, proyección optimista, energía espiritual o como quieras, el hecho es que el pensar positivamente hace que cambies tu actitud, y esto que acciones y te pongas en marcha, que busques oportunidades, que desarrolles más contactos, y esto se percibe fuertemente por el resto de las personas. Lo interior se transmite al exterior y tus pensamientos se convierten en movimiento y este en resultados.
Si nos consideramos merecedor de poco, eso es lo que tendremos. Si agradecemos hasta donde llegamos hoy y que a partir de hoy avanzaremos porque nos merecemos más también es lo que conseguiremos.

Algunos dicen que agradecer donde nos encontramos es “conformista”. Conformista es quedarse donde estamos. La distinción es agradecer lo que conseguimos hasta hoy y querer avanzar más. Siempre me digo a mi mismo que quiero avanzar, pero que también podría estar hoy mucho peor que lo que estoy.
Podría cruzar una calle y que me atropelle un coche y quedar cuadripléjico, o alguno de mis hijos estar en situación angustiante y no es así, es por eso que agradezco estar donde estoy y lo que conseguí, que es mucho, pero siempre trabajo para avanzar por lo que no considero que eso sea conformismo.

Cambiemos nuestro chip y digamos “gracias”, sequémonos las lágrimas y pongamos manos a la obra diciéndonos “será magnífico hacer lo que amo, por lo tanto voy a formarme, capacitarme, contactarme y trabajar todos los días para conseguir lo que sé que es para mí. Puede haber obstáculos en el medio que me formarán y pondrán a prueba mi sueño y me mostrarán si el mismo es verdadero. Si me caigo y no me levanto, mi sueño pensará que no era digno de él, y pondrá a otro para alcanzarlo, porque mientras yo no lo logro hay otros que llegan, pero yo no soy menos que otro, y si tropiezo y me levantaré, y si me vuelvo a caer y me volveré a levantar, esto me mostrará que el sueño está por llegar, y la victoria está asegurada. Puede estar a la vuelta de la esquina, a un metro de distancia y seguiré caminando. No voy a parar porque sé que si paro quizá por un paso no consiga aquello por lo que tanto me esforcé y sé que me pertenece. Y cuando lleguen todos me verán llegar, pero lo más importante es que lo vea yo.”

Y cuando lo llevemos a la práctica, diremos “esto era cierto”, porque si lo crees posible, así será, y si no lo crees posible, así será.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Los sueños y las metas

Una cosa son los sueños y otra cosa son las metas.

“Sueño” es el propósito que inspira nuestra vida, es aquel anhelo que queremos lograr y que puede superar nuestra vida física, quizás no nos alcanzan los años para alcanzarlo. Hasta es muy posible que alguien deba terminarlo por nosotros.

Por ejemplo: “mi sueño es mejorar la educación de todos los chicos de mi país”, o “ayudar para que a nadie le falte el pan en nuestro región” o “generar cambios en los modelos mentales de las personas que permitan que piensen que no solo pueden ser empleados, sino también dueños de sus empresas”, etc.

Esos son enunciados de sueños. Podemos saber que estamos enunciando un gran sueño cuando la gente cuando nos escucha en general nos dice “eso es imposible, estás loco, no lo vas a lograr”, pero a su vez vemos como otros en todos los lugares del mundo, con menos recursos que lo que nosotros muchas veces tenemos lo logran y de manera más contundente.

Soñar es mental y emocional. Pero para que estos sueños se hagan realidad, lo que se necesita es ir concretándolos a través del logro de las metas.

Para ello debemos:

1) Expresar las metas en términos de acciones concretas. Debe estar claramente definido que haremos, cómo, cuándo y con quién.

2) La meta debe esta expresada en forma medible. Decir, quiero ser más bueno, me propongo se más feliz, no hay manera de medirlo. Debe poderse medir, observar y cuantificar.

3) Debo asignarle un calendario definido. Puede ser corto o largo, pero debo ponerle una fecha de cumplimiento a cada acción y a cada etapa. Esto también me dará una dosis de realismo y determinará el tiempo y esfuerzo que tendré que dedicarle.

4) Elegir una meta que pueda lograr. Ni fácil ni difícil, que sea motivante e inspiradora pero no inalcanzable.

5) Plantear estrategias para que no importe cuál sea mi momento personal o situación, buena o mala, up o down, pueda seguir avanzando. Programar el lugar adecuado, la cronología, el horario, que hagan que evite elementos distractores y que pueda seguir adelante aún en los momentos en que el impulso y entusiasmo inicial naturalmente baje un poco.

6) Definir etapas: subdividir las metas en etapas que marquen como voy con el cumplimiento de mi proyecto.

7) Definir claramente responsabilidades más allá de quién haga el trabajo. Cuándo todos son responsables nadie es responsable.

El logro de un sueño depende de que accione sobre él, sino en lugar de un sueño se convierte sólo en una ensoñación. Si podemos verlo y accionar, podremos hacerlo.

lunes, 17 de mayo de 2010

Somos responsables

Si tenemos una dolencia y nuestro médico no puede determinar la enfermedad que padecemos, entonces no podrá administrar ninguna cura efectiva. Y si aplica una medicina errónea puede llevarnos a una situación más grave aún.

A nadie se le ocurriría ir al consultorio por un malestar y cuándo el profesional nos preguntara donde nos duele, mentirles abiertamente, u ocultar y disimular el dolor. Tratamos de ser lo más claro posibles para poder ayudarlo a resolver la causa de nuestra molestia.

Inversamente en nuestra vida, habitualmente lo que hacemos es tratar de explicar al mundo que nada nos sucede o que si algo está mal, la enfermedad está ubicada en otro cuerpo que no es el mío, y por lo tanto es imposible que lleguemos a “curar” las causas.

No nos gusta admitir la responsabilidad sobre lo que sucede en nuestras vidas, trasladando inmaduramente las causas hacia afuera.

Pero en realidad si a nosotros no nos gusta nuestro trabajo, nosotros lo hemos elegimos, si no somos felices, nosotros somos los responsables. Asimismo, nosotros hicimos las elecciones, nosotros nos conformamos con poco, nosotros nos rebajamos a nosotros mismos, nosotros permitimos que nos avasallaran, nosotros nos dejamos persuadir, nosotros lo preguntamos, nosotros dijimos esas palabras, nosotros no hicimos caso, nosotros elegimos esa mujer o a ese hombre con el que nos casamos, elegimos lo que comimos y decidimos comprar ese perro.

Decimos “responsable” y no “culpable”. Culpable significa haber realizado algo a propósito, con desprecio de las consecuencias. Responsable es haber elegido algo, pudiendo haber elegido otra cosa.

Lo malo de admitir la responsabilidad, es que hoy estamos parados acá y no podemos achacarle a nadie donde hoy nos encontramos.

Lo bueno es que sabiendo que depende de nosotros, desde hoy podemos elegir cambiarlo.

El camino puede ser lento, puede llevar tiempo, pudimos haber perdido oportunidades, pero nada es imposible. Peor es quedarse en un lugar donde no podemos desplegar lo que amamos, lo que nos gusta y matar nuestro potencial.

Desde hoy, más específicamente de este mismo momento, debemos tomar conciencia, para aplicar la medicina adecuada que:

• Nosotros elegimos donde estar
• Nosotros elegimos como actuar
• Nosotros elegimos que decir
• Nosotros elegimos que hacer
• Nosotros elegimos con quiénes estar
• Nosotros elegimos en qué creer
• Nosotros elegimos en quién confiar
• Nosotros elegimos que o a quién evitar
• Nosotros elegimos a dónde ir
• Nosotros elegimos cuál va a ser nuestro futuro

A partir de estas elecciones también nos decimos a nosotros mismos quienes somos, nos afirmamos ante los demás y nos autoafirmamos positivamente , lo que sólo nos puede llevar a un lugar mejor.

jueves, 13 de mayo de 2010

Las crisis y el focalizase en el dar

En épocas de crisis aparecen dificultades y obstáculos. Muchas veces nos parecen que de acuerdo a todo lo que hemos hecho y trabajado no es justo que estemos pasando por esa situación y hasta puede ser cierto, pero allí estamos de todas formas.

En estos momentos sabemos, que eventualmente podemos contar con ciertas personas, pero sólo con una podemos hacerlo en todos los momentos, con nosotros mismos. Si uno no se pone de pie y en marcha, nadie lo hará por uno.

Por eso es muy importante fortalecerse interiormente, desarrollar nuestra autoestima y autoimagen, elevar nuestro optimismo, buscar mentores, relacionarnos con personas que nos eleven y ayuden a generar un clima positivo a nuestro alrededor, ampliar nuestra flexibilidad, generosidad y creatividad. Esto idealmente debería hacerse siempre antes de que las crisis lleguen, para estar preparados y que nos encuentren bien parados.
Si esto no lo hemos hecho así, debemos realizarlo en el momento en que estemos, ya que es indispensable y esencial contar con esos recursos para desarrollar la resiliencia interna.

El fortalecernos interiormente es fundamental, ya que en de dificultades (financieras, laborales, comerciales, familiares) el mayor obstáculo para avanzar somos NOSOTROS MISMOS.

Las batallas decisivas se ganan en nuestro interior, ya que somos nosotros los que nos decimos NO PODEMOS, NO SABEMOS, NO CREO PODER HACERLO, ES MUY DIFICIL, ELLOS SON MEJORES, NO TENGO LA CAPACIDAD, SOY UN INUTIL PARA ESO, entre otras palabras negativas que sólo minan nuestra voluntad. Debemos cambiar nuestro diálogo interno. Debemos cuidar aquello que hablamos y nos decimos.

Por otro lado, a nuestro entorno (amigos, conocidos, compañeros, etc.), los problemas nuestros también les tienen sin cuidado, ya que por tendencia natural como nos pasa habitualmente a nos) los problemas que a ellos les importan realmente son los que ellos tienen. De aquí surge en contraposición que de los problemas que tenemos nosotros debemos ocuparnos nosotros, ya que nadie si no fuera por nosotros nadie se ocuparía de ellos.

Relacionando esto con la nota anterior NETWORKING, hay sólo una forma en que podemos trabajar con otros para resolver nuestros problemas, que es saber conectar nuestra necesidad con la necesidad de otro, y a partir de resolver el problema del otro, esto ayude a la resolución de nuestro problema.

Por ejemplo, a mi me ha gustado y he deseado participar en un medio como la radio. Susana necesitaba tocar temas para empresarios que yo tenía a disposición. Yo me ofrecí a Susana para dar charlas de ese tipo. Ella me invitó cordialmente a su programa para hablar acerca de esas temáticas. Susana logró lo que necesitaba, y yo también.

No me focalicé en lo que yo necesitaba, me centré en lo que Susana necesitaba y me gustó colaborar en que tuviera algo de valor para su programa y que ella estaba buscando, y como consecuencia, yo conseguí algo que me gusta y disfruto.
Si sabes hacia dónde vas, si tienes una meta definida, si te centras en el dar, en solucionar los problemas de otros, en lugar de pedir que solucionen tus problemas y en querer solo recibir, tus problemas encontrarán su cauce de solución mientras ayudas a la gente a lograr también lo que ellos quieren.

En la ley de la atracción, lo que das, recibes.

miércoles, 12 de mayo de 2010

La actitud positiva en la resiliencia

Dentro del contexto de la nota anterior que se encontraba vinculada a la resiliencia, las personas positivas comparten un mínimo de siete actitudes:

1) Creen en sí mismos: cuando uno cree en si mismo puede enfocarse en sus mejores habilidades y capacidades y a partir de allí mejorar para alcanzar sus metas. Hay una frase que dice “muchas personas alcanzan el éxito aún cuando otras muchas no creen en ellos. Pero casi ninguna lo alcanza si no creen en ellos mismos”

2) Están dispuestos a ver lo mejor de los demás: todos vemos en los demás lo que deseamos ver. Podemos decidir si nuestras expectativas sobre ellos serán positivas o negativas y esto se trasladará a nuestra relación, y por supuesto a los resultados. Podemos pensar que los otros no valen nada o que en realidad todos son maravillosos y eso generalmente es lo que recibiremos.

3) Ven oportunidades en cualquier lugar: suelen sacar ventajas de las circunstancias más insólitas o negativas. El resultado depende de la actitud correcta, no de la suerte.

4) Se enfocan en las soluciones: hay que aprender a no enfocarse en los problemas y dar vuelta alrededor de ellos permanentemente, o buscar de donde surgen sólo para buscar culpables. Hay que entrenarse para ver una solución a cada problema y una posibilidad en cada imposibilidad.

5) Enfocarse en el dar: La gente que posee generosidad rara vez es negativa. No debes llevar la cuenta ni dar para esperar. Hazlo por el simple placer de ayudar a otros, muchas veces siendo un conector. La paradoja es que cuando uno más se enfoca en el dar de manera sincera sin tener en cuenta lo que obtiene a cambio, es quién más recibe.

6) Persistencia: Las personas que han logrado sus sueños son aquellas que se han aferrado y se negaron a no verlos realizados. La habilidad de aferrarse a sus sueños, vencer al desánimo y seguir adelante a pesar del desaliento, son los que han logrado sus propósitos. Piensa que tu éxito puede estar en tu próximo paso y basta darlo para alcanzarlo y esto te extenderá.

7) Responsabilidad: sólo cuando uno es responsable puede verse a sí mismo con honestidad, evaluar sus puntos fuertes y débiles, trabajar sobre ellos y comenzar a cambiar.

“La actitud hacia la vida determina la actitud hacia mi vida. Lo que creo sobre mi vida, determina lo que pienso de mi vida y lo que recibiré de la vida.”

martes, 11 de mayo de 2010

A qué renuncia la gente cuando renuncia?

Cuando somos dueños, jefes, supervisores, coordinadores o tenemos personas eventualmente a cargo, nos gustaría pensar, para no sentirnos afectados en nuestra estima, que cuando la gente renuncia poco tiene que ver con nosotros.
Nos sentimos mejor cuando pensamos que esto tiene que ver con que ganan poco, la empresa los maltrata, no tiene que ver con sus objetivos, son vagos, no están preparados para el trabajo que realizan, no se sienten motivados o involucrados con el puesto, etc.

Aunque en algunos casos esto puede ser cierto, estudios que se han realizado marcan que el 65% de las personas que renuncian a un trabajo lo hacen debido a la relación que tienen con sus jefes.

La organización puede generar, por supuesto, condiciones negativas, pero la relación cercana que nosotros generamos los afecta mucho más, generando antipatía y llevando a que las personas tomen la decisión de renunciar.

Muchos jefes pueden generar una buena imagen inicial cuando una persona se incorpora al equipo, pero lo que uno realmente no es no se puede mantener en el tiempo, y estas personas comienzan a conocer al jefe real y no al que quiso aparentar ser.

Hay cuatro aspectos, entre los más importante, que nos muestran a que renuncia la gente:

1. La gente renuncia a personas que los menosprecian o no los valoran.
2. La gente renuncia a personas que no son confiables
3. La gente renuncia a personas incompetentes
4. La gente renuncia a personas inseguras

Por esto es importante:

1. Hacerme responsable de mi relación con los demás, tomando iniciativas para mejorar ese vínculo permanentemente.
2. Si alguien decide renunciar, descubrir si yo soy la razón de esa renuncia (Esto sí merece trabajar en mi autoestima personal y en mi autoconciencia)
3. Aprender a asignar valor a las personas que trabajan conmigo, apreciando su trabajo, sus aportes, su experiencia, pero por sobre todo su valía personal.
4. Contemplar que la organización y uno tenemos sueños y objetivos, pero que la persona que se encuentra eventualmente a nuestro cargo también tiene sus propios sueños y objetivos y debemos ayudarlo a que los cumpla. Nadie va a ayudar a que nosotros alcancemos nuestros sueños si no nos involucramos sinceramente en los de ellos primero.
5. Colocar la credibilidad en primer lugar. No siempre seré competente, pero si puedo ser todo el tiempo digno de confianza.
6. Ser positivo y crear un entorno positivo para el resto del equipo.
7. Tener deseos de crecer permanentemente. Si sigo creciendo nunca seré un obstáculo para el crecimiento ni el potencial de la gente, ni voy a sentirme amenazado porque ellos quieran crecer.

Cuando la gente renuncia, nunca debo en primera instancia culpar a la misma gente, a la competencia, al mercado, o a la empresa. Lo primero que debo mirar es mi liderazgo y el accionar de los líderes a mi cargo.

lunes, 10 de mayo de 2010

Reputación, reconocimiento y ego.

Hoy voy a agregar poco a un texto que no lo necesita, pero si lo voy a compartir por su simplicidad y su realidad. El mismo está extraído del libro “El tao de los líderes”. Ojalá les sea tan útil como me ha parecido a mí:

“Si mides el éxito en términos de alabanza y crítica, tu ansiedad no conocerá límites.
Tener una buena reputación o llegar a ser reconocido por tu trabajo puede ser un obstáculo para tu mayor desarrollo.
La fama te pesará tanto como el atinado afecto que sientes por ti mismo.
¿Cuál es el problema de la alabanza y la crítica?
Si el grupo te aplaude algo que has hecho y entonces te sientes bien, te preocuparás si no te aplauden con igual entusiasmo la próxima vez. Si el grupo se pone crítico, si discute o se queja, te sentirás herido. De una u otra manera, estás ansioso y dependiente.
¿Cómo puede una buena reputación ser un obstáculo?
Una buna reputación surge naturalmente de hacer bien un trabajo. Pero si te apegas a tu reputación, si tratas de preservarla, perderás libertad y la honestidad necesarias para tu mayor desarrollo.
¿Qué relación hay entre la fama y el buen amor de ti mismo?
Para hacer bien un trabajo, bien debes quererte. Debes valorizarte y permitir que los demás también lo hagan. Pero si exageras, te harás egocéntrico. La egocentricidad hiere al ego y al trabajo.
Si puede vivir con los frutos del éxito y te amas bien a ti mismo, serás capaz de alentar el éxito en los demás.”

Esta semana encontré una vieja revista National Geographic, del año 2005, en la que en su interior incluía una nota cuyo título rezaba;

“La paradoja del veneno: demasiado puede matar, y poco, curar”.

Y pensé, ¿a qué situación se puede aplicar este concepto, que incluye una gran verdad científica?, y de hecho no le encontré sentido a ninguno de los ejemplos que venían a mi mente.

Justamente en este momento en que escribo este artículo me vino esa frase, como un flash a la mente, y de paso reafirmo que el haber encontrado esa revista y leer el artículo este domingo pasado y su vinculación al hacer esta nota, no es una casualidad del destino, “nada es casualidad todo es causalidad”, la unión de puntos que le dicen.

El querer generar una reputación que nos abra puertas. El deseo de reconocimiento de la gente por un buen trabajo es natural. El amarse a uno mismo es necesario.
Estos tres conceptos en una medida de “un poco”, en una proporción equilibrada,” cura” y es bueno para nuestra vida, nuestro desarrollo y el de nuestro entorno.

Un exceso en ese deseo, que nos ate y nos convierta en esclavos, “mata” sueños, propósitos y liderazgos.

sábado, 8 de mayo de 2010

Los momentos de crisis y lo que muestran de nuestra persona

Los momentos de crisis nos ayudan a forjarnos a nosotros mismos y también a mostrar a otros verdaderamente quiénes somos.

Cuando estamos lejos de las crisis, la mayoría de los días son más o menos iguales a todos los demás días, sin estridencias.
Pero cuando las crisis llegan podemos elegir entre quedar inmóviles y frustrados, o exhibir nuestra diferencia, elevarnos y mostrar la madera de la que estamos hechos.
Vemos delante de nuestra vida una gran escalera mecánica, la que nos lleva hacia el próximo nivel o la que nos hace descender.

Los momentos de crisis nos muestran a nosotros mismos quiénes somos en realidad.

También se lo muestran a los otros.

La mayoría de las veces actuamos con máscaras que no muestran a los demás la realidad acerca de nosotros, sino que los otros ven lo que decidimos que vean y conozcan. Pero en los momentos de crisis todo esto se cae.
La fachada, la experiencia, la formación muchas veces sentimos que pierden todo valor, ya que percibimos que quiénes somos, lo que hemos hecho o estudiado, no posee para los demás el peso suficiente para permitirnos avanzar.

En estos momentos llegamos a mostrarnos de una forma más transparente. Nuestro carácter se expone, ya que nos estos momentos no lo forman, esto se hace fuera de las crisis. Ahora nos revelamos claramente. Por como actuamos en estos momentos los demás pueden ver: quiénes somos, que pensamos, en qué creemos, como nos manejamos en nuestra vida.

Pero por sobre todas las cosas, LOS MOMENTOS DE CRISIS DEFINEN QUIENES SEREMOS.
Uno nunca queda igual luego de las crisis. Debemos sacarles el máximo provecho.

Si las utilizamos para crecer, para buscar nuevas oportunidades, para que se desarrolle nuestro pensamiento creativo, para correr nuevos riesgos, para experimentar cosas nuevas, para tomar buenas decisiones que nos beneficien a nosotros y a todo nuestro entorno, las crisis cambiarán nuestra vida definitivamente y terminaremos agradeciendo que ese momento haya pasado por nuestra vida, que pareció negativo cuando llegó, pero necesario e indispensable cuando terminó.

viernes, 7 de mayo de 2010

EMPRESARIO O EMPLEADO: ¿libre decisión?

Hace un tiempo leía un pensamiento de Robert Kiyosaki que expresa claramente una idea que me daba vueltas por la cabeza para la cual no encontraba una forma contundente de explicar, y lo cito textualmente:

“¿Las personas nacen siendo empresarias o se entrenan para ser empresarias? Cuestionar si las personas nacen o se entrenan para ser empresarias es una pregunta que no tiene sentido. Sería como averiguar si las personas nacen siendo empleadas o si se les enseña a convertirse en empleadas.
Las personas son capaces de recibir entrenamiento. Se les puede entrenar para ser empleadas o empresarias. La razón por la cual hay más empleados que empresarios es simplemente porque nuestras escuelas entrenan a los jóvenes a convertirse en empleados.
Por eso hay tantos padres que dicen a sus hijos: ve a la escuela para que puedas conseguir un buen trabajo, nunca he escuchado a ningún padre decir: ve a la escuela para convertirte en empresario”.

Si uno evalúa la educación formal que recibimos toda ella tiende a formar empleados. De hecho las universidades, todas en general, poseen bolsas de trabajo para que las empresas capten desde allí, a priori, la mejor materia prima, a través de los alumnos con mejor rendimiento académico.

Tener una visión de trabajar para sí se contradice con las expectativas de las grandes corporaciones, ya que mal o bien, somos o seremos, de alguna forma parte de su competencia.

El ser un emprendedor, un nuevo talento empresario cuesta ya que debemos esforzarnos por romper nuestros viejos modelos mentales, desgrabar todas las cintas que nos son inculcadas culturalmente, acerca de que no somos capaces y debemos buscar la “seguridad” del empleo, la cual hoy en día no es tal. Esta situación, aún no deseada por muchos, benefició el espíritu emprendedor que hoy se encuentra tan en boga.

Terminando, Kiyosaki continúa diciendo “Cada vez que mi padre rico me hablaba sobre ser empresario, hablaba sobre libertad. Cada vez que mi padre pobre hablaba sobre ir a la escuela para conseguir un empleo, hablaba sobre seguridad. ¿Acaso seguridad y libertad no son lo mismo? De hecho son opuestas. Cuanta más seguridad busques, menos libertad tienes. Si quieres libertad necesitas dejar a un lado la seguridad. Los empleado desean seguridad y los empresarios buscan libertad.”

Con esto no quiero que nadie pueda pensar que la educación para crecer no es necesaria, todo lo contrario, es fundamental, pero también es necesario aprender a pensar por nosotros mismos para ser sujetos de formación para nuestro beneficio y no objetos donde la información es solo depositada para beneficios de otros.